AMODIO DEBEKATUA
- Jimena Monroy
- 15 abr 2021
- 6 Min. de lectura
Capítulo III - El sueño

Un pequeño cosquilleo en la frente me despertó, al abrir mis ojos vi a un señor de camisa blanca mirándome muy extrañado y diciendo con una voz confundida:
- Señorita ya está en la base, creo que se quedó dormida.
Muy desorientada tomé mi mochila y me bajé agradeciendo al chófer y a la vida porque seguía entera, en la ciudad no puedes quedarte dormida en el transporte público sin salir manoseada o asaltada.
Mi casa no estaba muy lejos de la base, así que caminé. Era muy tarde pero eso no me tenía angustiada, me sentía muy rara, una sensación dentro de mi cuerpo que decía que mi sueño había sido demasiado real, quería volverme a dormir para saber que iba a suceder pero mi vida tenía que continuar, así que entré a mi casa para rápidamente tomar una ducha, mis padres estaban ya dormidos, sabían que llegaba tarde así que eso no le preocupaba, siempre tenían cosas más importantes y la verdad mejor para mí; ya tenía que lidiar demasiado con mis problemas como para soportarlos. Me metí al baño y abrí la llave, mientras el agua caía y me quitaba la ropa, pensaba en él y en todo a la vez, ¿quién era?, porque de verdad tenía ese nudo en el estómago. Comencé a lavarme el cuerpo y mientras el agua caliente me recorría, podía sentir aún su olor, el jabón tocando mi piel eran sus manos… hasta que reaccioné y me dije a mi misma:
- ¡Basta Jimena!, fue solo un sueño. ¡Ya!
Salí, me puse la pijama, mis audífonos y me tiré a dormir tratando de pensar en nada.
- Oye, te fuiste ¿Sí me escuchaste? Estoy en donde estás.
- ¿Estoy durmiendo?
- No, estamos aquí, mira.
Juntó su mano con la mía y sí, en efecto, era más que real.
De pronto empezó a sonar un chillido fuerte, como una cafetera a punto de explotar, y a lo lejos, todo empezaba a nublarse.
- ¡Se te está haciendo tarde para el trabajo!
Era la voz de mi mamá, salte de la cama, como pude me vestí y sin darme cuenta ya estaba de pie esperando el metro con mis audífonos, así que decidí poner aquella canción para recordar mi sueño y pasar un buen rato dentro del metro. Y comenzó...

En cuanto puse la canción, sentí como si mi sueño hubiese sido tan real, de pronto me sentía en aquel carro, su mano, su olor; todo podía sentirlo dentro de mí. Fue cuando su última frase vino a mi mente “Yo estoy en donde tu estés”, sentí que alguien tocó mi hombro y yo asombrada voltee esperando verlo; pero no, era otro chico que solo me preguntaba si bajaba en la siguiente estación, así que le di mi lugar y me fui hasta atras. Island in the sun se repetía y se repetía en mi playlist mientras yo divagaba en el metro, hasta que, por algúna razón, un vendedor de vendas para el cuerpo me hizo voltear hacia arriba, me llamaron la atención esas vendas, eran de colores y se veían padrísimas. No las pensaba comprar; pero yo quería verlas, en ese momento cuando mi mirada bajó hacia una esquina, había a alguien; botas negras, mezclilla obscura, camisa gris, pero no le di importancia, hasta que noté que el me miraba mucho y que cuando yo volteaba a verlo se hacía más pequeño. Cuando bajó del vagón lo seguí hasta donde logré alcanzarlo, me puse frente a él, lo miré y grité de forma muy exaltada.
- ¡Tu!, eres el de mi sueño, eres el maestro, ¡tú!
Susurrando y tapando mi boca dijo:
-Isilik
- ¿Y eso que significa?
- Dios mío, será más difícil de lo que pensé, olvidé que no hablas euskera.
- Perdón, pero puro español y algo de inglés, pero no mucho la verdad.
- Olvídalo, el español está bien, te decía que silencio, nadie debe oírnos.
Sus manos olían delicioso, poder tenerlo de frente otra vez, tocar su piel, sentir su olor, era algo que no cambiaría, claro que él no lo sabía, yo siempre me ponía incómoda o molesta y ni siquiera sé por qué, tal vez por pena.
- Escúchame bien, se suponía que no debías verme, pero fuiste más lista que yo, debo admitirlo, pero solo por esta vez. Ahora necesito que hagas todo lo que te pida y te juro que te cuento todo.
De manera algo insegura, le dije:
-Ok
Tomó con fuerza mi brazo y corrimos; más bien corrió muy rápido entre la gente, hasta que encontró una puerta donde claramente le dije que ni loca entraría, era de servicio y solo para trabajadores, pero sin importarle nada la abrió y nos quedamos ahí adentro como a 20 cm de distancia sintiendo su aliento agitado frente al mío y el sin soltar mis manos sudadas que calmaba con un masaje de forma sutil y tierna.
- Ahora solo necesito que cierres los ojos y confíes en mi.
- ¿Sólo cerrar los ojos?
-Mas bien, necesito que te duermas.
- ¿Aquí en el metro? estás loco.
-Hablo enserio, no podré explicarte nada si no te duermes, tranquila yo te arrullo.
Mi expresión no la noto por la obscuridad, pero fue de burla; hasta que me acomodó en su pecho de forma muy acogedora y comenzó a acariciar mi brazos y cabeza incontables veces hasta que sentí que mi cuerpo se desprendió y quedé completamente dormida según él, porque yo abrí los ojos y seguíamos en el mismo lugar.
- Listo, estás dormida.
- Aún no me duermo, aquí sigo.
- Confía en mí.
Abrió la puerta y en efecto, vi el metro muy distinto; algo vacío y con las paredes más obscuras, letreros con cosas que ni siquiera sabía que existían. De caminar tan rápido no alcancé a percibir con perfección las cosas, pero cuando lo noté, ya estábamos en el mismo café donde terminó todo la última vez. De forma molesta y angustiada tuve que exigir una explicación.
- Tienes que explicarme bien todo esto.
- Estas viviendo tu sueño, solo que tu sueño debes controlarlo por que has hecho una vida acá y allá, no tienes nada o más bien no tienes mucho, entonces las dos dimensiones se están confundiendo, no saben si tu deseo es estar aquí o allá.
- y tu q¿uién eres?
- Ya te dije, soy Irakaslea.
- Si, algo así como un maestro pero quién eres aparte de eso, porqué estás aquí conmigo.
- Porque muy dentro de ti quieres que estemos juntos, así que aquí estaré hasta que así lo decidas, ya te dije yo estoy en donde tu estés.
- Pero, ¿eres real?, o no.
- Eso, solo tú puedes saberlo.
Me sentía muy confundida, era un sueño, pero podía tomar la decisión de estar y quedarme con él o despertarme. La verdad es que era la persona ideal, con la que yo quisiera estar, tomarle la mano, besar, jugar, discutir, platicar… la verdad era perfecto; pero era solo un sueño.
De forma directa, con una voz gruesa y esa media sonrisa que se le marcaba en el rostro me dijo:
-¿Quieres un trago?
- Claro, y uno fuerte.
Comenzó a reír como solo él sabía hacerlo, de una manera tan coqueta que sabía que me ponía nerviosa, de repente prendió un cigarro y me ofreció uno, el cual obviamente acepte acercándome a él para que lo encendiera sin quitarle mis ojos de encima.

- Que café tan hermosos tienen esos ojos.
- Puedes mirarlos más de cerca.
- ¿Sí?
-Claro.
Justo cuando iba a acercarse y noté que quería besarme, retrocedí a mi silla y comencé a reír mientras recibía mi trago.
- No juegues así conmigo o saldrás perdiendo.
-Por qué, si no somos nada ¿o sí?
Antes de que contestara llegaron a dejarnos una carta para ordenar alguna otra bebida, pero al abrirla me lleve con una gran sorpresa; traía una nota que decía “Regresa, quieren matarte”, en ese momento me tomó rápido de las manos y me llevó al baño de aquel lugar y me dijo tienes que despertar rápido, yo no quería y el insistía, hasta que con un vidrio rasgó mi brazo, lo que me hizo despertar de golpe. Vi algunas luces y un policía gritando que estaba viva, estaba en aquel cuarto donde según me dormí, pero estaba sola.
Me levanté más confundida y salí corriendo tapando mi brazo, ahora todos pensarían que era una loca suicida. No fui al trabajo, corrí a encerrarme a mi cuarto, me metí a la cama queriendo dormir pero no podía, así que de manera sigilosa entre al cuarto de mi mamá y tome sus pastillas para dormir, tomé dos y me fui a la cama contando:

-1, 2, 3, 4, 5, 6
-7, 8, 9
-¡irakaslea!
Corrí a abrazarlo y le pedí que no me dejara, que me quería quedar con él; no se negó, pero me dijo que primero había ciertas reglas, así que decidió ayudarme y tomó mi mano, me levantó de manera que quedamos tan cerca que lo único que dije fue...
- Eres perfecto
El solo hizo aquella sonrisa y dijo:
- Aún no me conoces.
Continuara....
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